9789584254221
Debo confesarlo: le tengo cierta simpatía a esta visión realista de la democracia. El exceso de realismo es uno de mis problemas, uno de mis sesgos más acentuados. Esta doctrina del más o menos, esta lógica resignada, esta idea de que en cuestiones prácticas uno no debe apuntarle a la perfección, me parece atractiva. Nos protege contra la demagogia (una forma de corrupción) y nos recuerda que las democracias siempre incumplen sus promesas, y que todas, sin excepción, se empeñan en ofrecer lo que no pueden cumplir.